miércoles, 6 de diciembre de 2017

Eterna huida hacia adelante

El discurso del tiempo es
como intentar cambiar el curso de un río: 

imposible. 

Por eso él tiene nombre de tempestad
arrasando con todo
pero con diagnóstico estable
dentro de la taquicardia
y siendo gasolina de inspiración.

Mas recuerdo a veces
cuánto solía odiar
que a mi nunca me hubiera traído flores
de esas que te hacen pensar si sí o si no
como al subir escalones 
hasta la cuarta planta
sin morir por los rincones.

Pero es que yo…
yo nunca amé las flores
que mueren cuando se arrancan
soy más de espíritu salvaje
de diente de león
detesto lo ordinario, lo vago, lo simple
el cliché.

Y nunca pienso en sí o no
nunca en blanco o negro
sino en gris perla
en azul noche
en verde sus ojos.

Mas a veces caigo
en la eterna huida hacia delante
como Rimbaud.

La conexión y la energía fluyendo
y el sutil disciplinamiento del yo aparente
siendo conectado al yo real.

Y con origen en un planeta de anillos
y con destino a un planeta de anillos…

El discurso es imposible

(o no).