miércoles, 14 de septiembre de 2016

Más viva

No sé como describir el miedo que pasé cuando desperté del desmayo y minutos después tenía las manos y las piernas rígidas y frías como el hielo, mucho más que de costumbre. La mitad de la cara me temblaba en una especie de tic nervioso y la otra mitad no podía sentirla. Siempre tiendo a dramatizar pero esta vez no es así. Creía que algo muy malo me estaba pasando, que esta vez iba en serio, y así fue. De este susto y de los problemas que me llevaron a él he aprendido mucho, entre otras cosas, la importancia de mi actitud ante la vida y sus dramas. Un "no puedes seguir así" de alguien importante bastó para cambiarlo todo.

He trabajado mucho en mi estos meses, en estar en silencio (I'm in silence), en encontrar el por qué me ha pasado esto y lo otro y mi conclusión es que no siempre hay un porqué para estas cosas, no siempre la vida trata de enseñar, pero de todo puede uno aprender. 

Y cambiar el enfoque no es fácil, pero se acaba logrando, se acaba viendo todo de otro modo. "Eche veinte centavos en la ranura si quiere ver la vida de color de rosa". Hay que aceptar lo que te viene dado porque pelear con la realidad nunca ha sido buena idea, luchar contra las circunstancias es como dar golpes a una pared, al final uno acaba dañado. Esta vez la lección ha sido dura, pero no deja de ser merecida. Me dije: "Debo QUIERO cuidarme por encima de todo porque ni mis estudios, ni mis relaciones, ni nada en mi vida tiene futuro si yo no estoy sana y feliz". Por ello cambié mi alimentación y mis hábitos, (aunque sin renunciar a las patatas fritas y a la Coca- cola), y sobretodo volví a hacer cosas que me gustan, a tener claras mis metas y a pintarme los labios de color rojo. Parece simple y banal. Os aseguro que para mi fue un mundo. No se puede comprender un proceso espiritual mediante un razonamiento terrenal, pero ahora, habiendo ganado 5 kilos y con una gran sonrisa, sé que todo impulsa, que todo ayuda.

Y no, no me he tragado un libro de autoayuda ni pretendo ser un ejemplo, pero escribo de lo que sé, y de miedos sé bastante.