Otra
vez tengo las manos llenas de tinta, y vuelvo a oler a Chanel como en los días
tristes, y grises. Las ganas de fumar por si se cumple eso que afirma la
cajetilla, quizá. Manos llenas de tinta, pero nunca nada que decir. Que nadie entienda la historia, la nuestra.
Ya no reconozco tus labios si no tienen marcas de mi carmín, ya no los conozco,
ni se qué es esa sonrisa triste que muestra tu cara. Los “si a ti te faltan
huevos, a mi me sobran”, las veces que le he gritado a papá que no era verdad,
que si que me quería, los tequilas in memoriam, el beber hasta morir, pero todos tienen cara de besar mal, los "¿qué es RR?", el
reloj al que le he quitado la pila, la duda y la indiferencia, el "tu no sabes que yo sé..." los “otro vendrá”
y los “que no, hostia, que no quiero a otro”. Jugar con fuego y quemarte, estamparte en el tren de vuelta, el punto y aparte, nunca final.
Vida, puede que no te entienda, puta.