domingo, 30 de junio de 2013

Marchando un jarro de agua fría.

Marie se va al mar y quizás esto huela un poco a cerrado. Puede que abra bien las ventanas de vez en cuando para que entre la brisa marina y los rayos del sol y que se impregne de un poquito de felicidad (que falta le hace). Me voy a que el sol coloree mi piel y mi vida, igual que yo me he encargado de mis labios durante todo el año, y me voy quizás, a ver nuevos colores de ojos y no echar de menos los suyos y a salir de la ciudad que (nos) consume. Pero no te equivoques, este espacio sigue siendo tan tuyo como mío, te recuerdo que pusiste la estufa en invierno y el aire acondicionado en verano para estar la mar de a gusto. Me voy porque a veces se necesita un jarro de agua fría que te haga despertar del sueño, que las carcajadas sean un poquito más reales, y pasar del plan A al B sin luego arrepentirse, y bueno, me voy porque quiero, porque a veces no basta con decir “estoy bien”, sino que tienes que comprobarlo.

Junio, 2013
Me voy, pero que no me voy, porque desgraciadamente mi corazón no hace parones emocionales aunque esté más muerto que vivo. Mientras tanto, podéis seguirme y conocerme aquí @marierocche.

viernes, 28 de junio de 2013

Azoteas.

Veo la gente feliz, moviéndose de un lado a otro, riendo, ilusos, como si conocieran de tu existencia. No voy a mentiros. No querría otra vida. No la querría si no hubiera visto en ti la luz y la oscuridad al mismo tiempo. Puede que mi vida no tuviera sentido, o puede que aún estuviera buscándoselo, al igual que se lo busco a la función de mis pulmones si ya no te respiran. Pero ¿sabes qué?, a veces subo a la azotea, no se lo digas a nadie… allí respiro el aire contaminado de esta puta ciudad que lleva tu nombre y es como si me llenase de ti, como si me llenase de ti hasta desbordarme. Y luego me pinto los labios y me convierto en super heroína, como antes, y confío en mi poder para mover el mundo sólo en un abrir y cerrar de ojos, pero cuando los abro todo sigue igual y las calles siguen llevando tu nombre.

Te busco entre esa puta gente, que sigo sin saber por qué coño es tan feliz, pero no te veo, o no te reconozco, y no lo entiendo porque recuerdo tu voz a la perfección, tu altura, tus labios, tu piel, y entonces creo que la ciudad te ha tragado, o que has huído demasiado rápido, sin esperarme, en aquel viejo tren casi vacío que chirría como nuestras vidas. Pienso en todos los billetes de tren que nunca me han llevado a ningún sitio y los miro y sólo veo borrones en las letras provocados por mis lágrimas y me pregunto algo que nunca pensé que se cruzaría por mi mente: ¿ha merecido ésto la pena?
Siento algo en el pecho, en el lado izquierdo, me estrangula, lucha por sobrevivir, y duele, y grita.

Te sorprende, ¿no? Pues espera, que queda más.

Yo estaba abrazándote, olías a cerveza, llevabas aquella camisa de cuadros y de repente desapareciste, te fuiste con otra que te flipaba el triple y entonces todo oscuridad y un humo demasiado negro, el sentimiento de un huracán en mi pecho, haciendo mucho ruido y destrozando hasta la última imagen que yo no me había atrevido a quemar.

Pero lo sé. Pasarán sólo unos meses, nos cruzaremos por esta ciudad que nos consume, me reconocerás por el color de mis labios o por el olor de mi perfume, será solo un segundo. Me mirarás extrañado, bajarás la cabeza y mirarás a otro lado como siempre, como un jodido cobarde que nunca se enfrenta a la realidad de estas calles y subirás el volumen de tu música, que es la única que te entiende. Llegarás a casa, y puede que te mires al espejo y te preguntes quién eres y qué coño hiciste…

y nuestras vidas seguirán chirriando como ese viejo tren de los asientos follados y refollados.

Allí en las alturas me fijo en la gente, la que parece feliz, y creo que no lo es tanto, que también tienen un huracán dentro y la mente en otro planeta, pero creen ser fuertes con esa sonrisa a medias y con carcajadas a base de cervezas que no valen nada,

se mueven por la ciudad, pero… ellos tampoco saben a dónde van.

Joder, estamos mal de la azotea.

lunes, 24 de junio de 2013

El duende.

He dejado de escribir. Como tu corazón, que también ha dejado de sentir. Al mío siguen clavándosele cristales a lo más hondo, porque yo nunca pensé que dejaría de ser tu nínfula, joder. Y ahora mentirse, cada vez se hace más difícil, que Septiembre suena a bonito, pero las nínfulas no están atadas al tiempo, y vuelan, y fluyen como las sonrisas de agosto. Y no esperan. Pero mira cómo el duende que se esconde en esos ojos verdes me hipnotiza. Duele. En lo más hondo, duele.

Y si ni las tazas cargadas de té, ni los libros de mil páginas curan ¿qué?. He dejado de escribir, pero te escribo con los ojos. En cada parte de tu cuerpo, escribo. Escribo en cada sorbo de té, escribo en cada lágrima, en cada hacerme-más-fuerte. Escribo en esos labios que parecen y no son tuyos. Escribo, pero he dejado de escribir. Escribo, pero no ha dejado de doler. En noches mágicas, escribo. Y así, escribo en bucle.

24 de junio, 1.43A.M. y yo con estas pintas de descosida.

miércoles, 19 de junio de 2013

Los cristales.

Supongo que te fuiste porque no te iba lo de follarte al Caos, que a ti te gustaba más hacerlo con sonrisas falsas. Y muy putas. Y al Caos sólo se lo follaban intentos de poetas locos que se aventuraban a hacerse con un hueco de este corazón muerto y lleno de los cristales de las botellas de Jäger que bebíamos hasta las tantas en el sofá de tu casa. Pero tú decidiste escapar de las letras, que al fin y al cabo, nunca habían sido lo tuyo y fuiste a correr-te con las Lobas a las que ponías mi cara sólo en las noches de luna llena. Y qué bien te sentaba volver a tirarte a esta hija de puta, eh. La misma que te decía lo bien que te quedaba la barba y lo guapo que estabas aquella noche mientras, sin que el mundo se diera cuenta, te desabrochaba los botones de tu camisa -que también fue muy mía-.

A tu chica que nadie la joda, pero tú el primero, cabrón, que todo lo que encendimos lo apagaste con la vela de tu último cumpleaños, y ya ves, me perdí entre tanto tren y entre tanto no-saber. Y los planes de huir lejos en tu coche, fueron ellos los que huyeron primero, quizá del miedo, o quizá porque no entendieron que yo fuera tu chica, la mas jodida, la que no sólo se acuerda de ti los días de lluvia, pero a la que los relámpagos le suenan a tu risa, y no veas qué clima de mierda tengo en mi cabeza... que hasta el contrato de no querernos se ha mojado.

sábado, 8 de junio de 2013

Taquicardias en un corazón muerto.

No sé a qué vienen estas taquicardias en este corazón muerto. No sé si es por ti o por la cafeína en vena que me lleva a un futuro menos mierda. O todo a la vez, no sé. Quizá un futuro menos mierda contigo. Mira, que aunque diga que sólo estoy enamorada de la voz de Kurt de madrugada y de las medias bonitas, creo que sentí algo parecido con tus besos. Y yo qué sé, si no sé ni a qué sabe este puto junio que ni lo parece si a ti ya no te tiemblan las rodillas.

Tres cafés y ya me creo que has vuelto, que has cruzado la frontera, que ya no me hacen falta más putos cafés y que todo ahora es menos mierda.

Pero ya ves, no has vuelto. Así que otro café en vena.