domingo, 8 de diciembre de 2013

Ponle un poco de corazón.

Vamos, recorramos su espina dorsal, decían mis manos. Ven, vamos a morirnos de frío, proponían indecentemente. Dispara, hazme correr, rózame con un tiro que me haga sentir algo que no sea dolor, porque ya no duele... cúrame, cállate, calla mis quejidos, o mis gemidos, perdámonos, busquémonos en una constelación, calienta mis manos en un revolcón, quéjate del calor, sé un chico malo pero un buen día, quiéreme, hazme sentir dinamita, la brisa, mátame cuando sonrías, hazme perder el control cuando llega la noche, recuperarlo a medias cuando viene el día, súfreme, ponle un poco de corazón, siénteme, bésame, duérmeme con una nana...

Te sueño, y...

despierto inerte en una cuneta,

tú... mientras,

sigues la trayectoria de algún cometa alrededor del Sol.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Sobre las nubes.

Pisando las nubes de nuevo, siendo esta vez más yo, quizá con algo más de abrigo, ay... bendito Noviembre. No he cambiado tanto desde la última vez... con miles de dudas en la cabeza; pero ahora tengo miles de dudas en la cabeza y una cerveza en la mano, e igual ya no me pinto la sonrisa tan alegre. Como siempre, un miedo terrible al cambio inevitable, que a la vez busco e intento esquivar, en vano, como una bala. No es extraño verme jugando al tira y afloja de la vida, ni limpiándome los restos de sus huellas, las que yo dejé en forma de arañazos porque a veces no se me da bien eso de andar de puntillas en los corazones. ¿Y qué? No soy la primera ni la única persona con el corazón pisoteado... y soy culpable por no concebir la vida sin casualidades, por dar todo desde el minuto cero hasta que el último granito de arena del reloj se pierde entre otros muchos, siendo uno más, uno cualquiera, por odiar al mundo cuando lo que odio es su mierda de gente, por vivir siempre como una equilibrista con tacón de aguja, rozando el abismo, y  no me digáis que no es bonito caer a veces y sentarse en el suelo. Por vivir, que no es sólo respirar.
Sin embargo, no es la voz de la experiencia precisamente la que os habla, si no la de "eh, me he pasado miles de noches llorando muerta de pánico". Cómo me gusta el drama, sólo muerta de rabia, pero se me da de puta madre eso de camuflar sentimientos.

He vuelto para pisar las nubes con diecinueve, con miles de dudas en la cabeza, una cerveza muy fría en la mano y mi carmín en su cuello que a ratos se atreve a pintarme la sonrisa más alegre. Que a ver, yo no sé nada de la vida, sólo sé que a veces me siento con el corazón más rojo y virgen de todos.

Y mira, tampoco soy la primera ni la única alma enloquecida...




miércoles, 13 de noviembre de 2013

Stand by.

De rímel en la almohada,
de ilusiones más torcidas
que Los relojes blandos de Dalí,
de sonrisas vacías,
como el corazón del mundo.

De los probables latidos

que no existan
por algo más
que por inercia.

De ti,

de mi,
inexistentes,
como una flor deshojada,
como una mariposa sin alas.

Sin magia,

sin vuelo,
sin polvo de hadas.

De un carmín intacto,

de un corazón sin tacto,
difícil de llenar
esta hoja en blanco.


“Empezó con un sillón”,

diría aquella película.

Y ahora                        stand by.



lunes, 11 de noviembre de 2013

Tenía razón.

Sí, la tenía y no sabes cuánto ni de qué manera me fastidia tenerla porque desde el primer momento supe que nunca olvidaría esa cara. Más de mil voces me han llamado insensata, que desista dicen, que lo deje, que "te lo dije". Evadirnos y huir, a todos se nos da bien... a mi no me importa que vuestro conformismo roce la vergüenza ajena. Que me da igual estamparme, que quiero comprarle un billete de vuelta.

No sé qué se me ha perdido ni dónde, pero quiero buscarlo.

domingo, 20 de octubre de 2013

My heart will be blacker than your eyes.

Hoy te invoqué leyendo aquel libro polvoriento de la estantería, me invadió tu perfume y me ahogué en un vaso de Coca-cola, noté las burbujas recorriendo mi cuerpo y sentí tus dedos. Encontrarme contigo un domingo no entraba en mis planes, pues hace tiempo que no los concibo sin quedarme sin aire. Te oía llamarme por mi nombre a lo lejos, quizá sonriera al oír tus palabras, pero ya no me acuerdo, y es que hace tiempo que tu filosofía de vida de 'más tinta y menos piel' y tus libros de química se fueron de mi vida. O eso pensaba, porque a veces me sorprendo escuchando jazz y es que creo.. que todavía tengo tu 'adiós' enredado en el pelo. Recuerdo que te quejabas de mi vicio a Instagram, decías que el mejor filtro eran siempre las lentes de mis gafas de sol, odiabas las apariencias pero, íbamos a aquel bar sólo para que nos vieran, bebíamos para tener algo de qué hablar, a la mierda las chicas feas, decían tus complejos. Y ahí, en tus contradicciones, me maté yo.


Creo que no estaba enamorada, sino borracha, y tú demasiado ciego, poseído con vehemencia de alguna pasión, dice el diccionario.


sábado, 12 de octubre de 2013

Nací el día más frío del 94.

Cuando estás volando sin moverte del sitio, sabes que ese no es tu sitio. Y da igual si cuando me despierto la mañana es soleada porque siempre me parece fría y con tormenta, las nubes me trazan la palabra "decepción" y en las carreteras no hay STOP's, sino desesperación. Y bueno, que debería beberme este té y callarme ya, o calentarme las manos, al menos. O quizá, decidirme a huir con la valentía que nunca tuve.

Y no hay nada más horrible que verme a mi misma marchar, con pasos nada decididos, en dirección contraria a mi vida y dándome igual todo el vacío y toda esa mierda, y tampoco hay nada más doloroso que oírme a mi misma decirme con crueldad que nunca volveré y añadiendo irónicamente, que espero que Felicidad no haya olvidado el camino a casa.

Luego pienso en todo lo que me detiene aquí.



Y bueno, que debería beberme este té y callarme ya.

lunes, 12 de agosto de 2013

Caídas y huídas.

Hace tiempo que la poesía invadió nuestras mentes. Creía que nos salvaríamos a tiempo, pero cuando nos fuimos a dar cuenta ya estábamos hasta arriba de mierda, o de poesía, que es lo mismo. Te conocí y pronto me diste la confianza para subir al segundo piso de tu sonrisa, para luego tirarme por una ventana que más bien parecía de un quinto. Por los destrozos, digo.

Creía que me salvaría a tiempo.

Y es que me he visto fracasar tantas veces, me he visto romperme en tantos labios, lo he visto morir tantas veces... que esto sólo era follar y cantar. Tú quisiste prometer septiembres, agarrarte a la mano de la esperanza intentando descifrar el código secreto de la inmunidad de mi corazón y llenarme la habitación de humos, o la cabeza.

Pero no sabes lo que es despertar un día medio rota... porque ni siquiera sabes qué es estar despierto. Ni tienes idea alguna de la puta guerra nuclear que son tus poemas para mi corazón, cabrón.  Ni lo sabes, ni vas a saberlo, porque los trenes van a seguir pasando y vas a seguir dejando vestidos llenos de ojalás, medias con rasguños, el humo de tus cigarrillos siempre metido en sus cabezas, cervezas a medias y una poesía casi ilegible al lado del cenicero con la horrible sonrisa con la que siempre las firmas cuando te marchas.

Y no sé de que me extraña. Ya me lo dijiste. Mi madre nunca vería tu culo en el pasillo de mi casa. Creía que no podíamos caer más bajo y sin embargo


caer.



Subsuelo.

Qué desastre, cielo.




Al menos ahora, 
tenemos heridas que arreglar,
porque ya no sabemos amar
sin doler.

Y yo ya no sé que es sentir
sin sentirte.

y es que una cosa es morir
y otra muy distinta,
dejar que te maten.

martes, 30 de julio de 2013

Caos.

Me gustaba porque me reñía cuando se me veían las bragas, supongo que pensaba que sentarse de esa manera en aquel local no era algo propio de una señorita de dieciocho años; pero a mi me hacía reír. Sabía que debajo de esa máscara de tío borde se le llenaban las ganas de besarme y creo que allí estaba yo para desbordarlas. Y sabía, además, que cuando le mostraba mi sonrisa traviesa él también sonreía por dentro y en su mente hacíamos un huracán de gemidos. Y yo a veces soñaba. Soñaba que sus manos eran como dos mariposas que juegan a posarse en mi cuerpo con toda la delicadeza del polvo de sus alas, y claro, vaya cursilada -pensaba yo. Pero él me decía que hasta el aleteo de una mariposa puede cambiar este puto mundo. Y yo le tapaba la boca, mientras me enganchaba a su espalda, para que se callase de una vez y no se enganchara también mi corazón.

A veces también hablábamos del paso del tiempo. Yo decía que era algo fijado y establecido y él renfunfuñaba y argumentaba en mi contra. Me ponía. Y me hablaba del Caos, de que el mundo no sigue estrictamente el modelo del reloj, de que todo puede cambiar en un par de horas, como un tren que se marcha y no vuelve.

Y supongo que tenía razón, pero estaba claro que yo no iba a dejarme ganar, así que me hacía la indignada mientras le enseñaba mis bragas.

lunes, 8 de julio de 2013

Intoxicados.

Llenarte el corazón de mierda te hacía feliz, pero llenas y llenas, y al final, se desborda. Y cuando se desborda no puedes dar marcha atrás, no puedes volver a llenar el vaso, no puedes volver a coser el roto. Mírate tío, estás perdido y tú eres tu propio tóxico. Contaminándote, sintiendo más que nadie, sí... pero al fin y al cabo, muriendo.

Morías lento. Pero parecías muy vivo cuando mirábamos las estrellas por el balcón, yo siempre buscaba mi constelación favorita donde tú sólo veías puntos. Me decías: ¡Ahí está!, y yo asentía y sonreía, pero aquella no era mi constelación. Te hacía sentir feliz y yo también me intoxicaba un poco. No era feliz, pero lo parecía.

Tiramos todos los calendarios para no tener la tentación de ir tachando los días, porque ya sólo nos llevaban al Fin. Cada día pasaba más rápido entre acordes de guitarras, balcones, mar, muchos llantos a escondidas, pero yo seguía pareciendo feliz.

Y cuando mueres, las constelaciones se rompen, son sólo puntos, sólo lunares, esperando que vuelvas a unirlos. Pero para ti nada había cambiado, porque ya estabas muerto antes de morir.



Escrito el 6 de julio en la orilla del mar, mirando las constelaciones  r o t a s 
y cuando el cielo, al fin, decidió regalarme una estrella 


fugaz.

domingo, 30 de junio de 2013

Marchando un jarro de agua fría.

Marie se va al mar y quizás esto huela un poco a cerrado. Puede que abra bien las ventanas de vez en cuando para que entre la brisa marina y los rayos del sol y que se impregne de un poquito de felicidad (que falta le hace). Me voy a que el sol coloree mi piel y mi vida, igual que yo me he encargado de mis labios durante todo el año, y me voy quizás, a ver nuevos colores de ojos y no echar de menos los suyos y a salir de la ciudad que (nos) consume. Pero no te equivoques, este espacio sigue siendo tan tuyo como mío, te recuerdo que pusiste la estufa en invierno y el aire acondicionado en verano para estar la mar de a gusto. Me voy porque a veces se necesita un jarro de agua fría que te haga despertar del sueño, que las carcajadas sean un poquito más reales, y pasar del plan A al B sin luego arrepentirse, y bueno, me voy porque quiero, porque a veces no basta con decir “estoy bien”, sino que tienes que comprobarlo.

Junio, 2013
Me voy, pero que no me voy, porque desgraciadamente mi corazón no hace parones emocionales aunque esté más muerto que vivo. Mientras tanto, podéis seguirme y conocerme aquí @marierocche.

viernes, 28 de junio de 2013

Azoteas.

Veo la gente feliz, moviéndose de un lado a otro, riendo, ilusos, como si conocieran de tu existencia. No voy a mentiros. No querría otra vida. No la querría si no hubiera visto en ti la luz y la oscuridad al mismo tiempo. Puede que mi vida no tuviera sentido, o puede que aún estuviera buscándoselo, al igual que se lo busco a la función de mis pulmones si ya no te respiran. Pero ¿sabes qué?, a veces subo a la azotea, no se lo digas a nadie… allí respiro el aire contaminado de esta puta ciudad que lleva tu nombre y es como si me llenase de ti, como si me llenase de ti hasta desbordarme. Y luego me pinto los labios y me convierto en super heroína, como antes, y confío en mi poder para mover el mundo sólo en un abrir y cerrar de ojos, pero cuando los abro todo sigue igual y las calles siguen llevando tu nombre.

Te busco entre esa puta gente, que sigo sin saber por qué coño es tan feliz, pero no te veo, o no te reconozco, y no lo entiendo porque recuerdo tu voz a la perfección, tu altura, tus labios, tu piel, y entonces creo que la ciudad te ha tragado, o que has huído demasiado rápido, sin esperarme, en aquel viejo tren casi vacío que chirría como nuestras vidas. Pienso en todos los billetes de tren que nunca me han llevado a ningún sitio y los miro y sólo veo borrones en las letras provocados por mis lágrimas y me pregunto algo que nunca pensé que se cruzaría por mi mente: ¿ha merecido ésto la pena?
Siento algo en el pecho, en el lado izquierdo, me estrangula, lucha por sobrevivir, y duele, y grita.

Te sorprende, ¿no? Pues espera, que queda más.

Yo estaba abrazándote, olías a cerveza, llevabas aquella camisa de cuadros y de repente desapareciste, te fuiste con otra que te flipaba el triple y entonces todo oscuridad y un humo demasiado negro, el sentimiento de un huracán en mi pecho, haciendo mucho ruido y destrozando hasta la última imagen que yo no me había atrevido a quemar.

Pero lo sé. Pasarán sólo unos meses, nos cruzaremos por esta ciudad que nos consume, me reconocerás por el color de mis labios o por el olor de mi perfume, será solo un segundo. Me mirarás extrañado, bajarás la cabeza y mirarás a otro lado como siempre, como un jodido cobarde que nunca se enfrenta a la realidad de estas calles y subirás el volumen de tu música, que es la única que te entiende. Llegarás a casa, y puede que te mires al espejo y te preguntes quién eres y qué coño hiciste…

y nuestras vidas seguirán chirriando como ese viejo tren de los asientos follados y refollados.

Allí en las alturas me fijo en la gente, la que parece feliz, y creo que no lo es tanto, que también tienen un huracán dentro y la mente en otro planeta, pero creen ser fuertes con esa sonrisa a medias y con carcajadas a base de cervezas que no valen nada,

se mueven por la ciudad, pero… ellos tampoco saben a dónde van.

Joder, estamos mal de la azotea.

lunes, 24 de junio de 2013

El duende.

He dejado de escribir. Como tu corazón, que también ha dejado de sentir. Al mío siguen clavándosele cristales a lo más hondo, porque yo nunca pensé que dejaría de ser tu nínfula, joder. Y ahora mentirse, cada vez se hace más difícil, que Septiembre suena a bonito, pero las nínfulas no están atadas al tiempo, y vuelan, y fluyen como las sonrisas de agosto. Y no esperan. Pero mira cómo el duende que se esconde en esos ojos verdes me hipnotiza. Duele. En lo más hondo, duele.

Y si ni las tazas cargadas de té, ni los libros de mil páginas curan ¿qué?. He dejado de escribir, pero te escribo con los ojos. En cada parte de tu cuerpo, escribo. Escribo en cada sorbo de té, escribo en cada lágrima, en cada hacerme-más-fuerte. Escribo en esos labios que parecen y no son tuyos. Escribo, pero he dejado de escribir. Escribo, pero no ha dejado de doler. En noches mágicas, escribo. Y así, escribo en bucle.

24 de junio, 1.43A.M. y yo con estas pintas de descosida.

miércoles, 19 de junio de 2013

Los cristales.

Supongo que te fuiste porque no te iba lo de follarte al Caos, que a ti te gustaba más hacerlo con sonrisas falsas. Y muy putas. Y al Caos sólo se lo follaban intentos de poetas locos que se aventuraban a hacerse con un hueco de este corazón muerto y lleno de los cristales de las botellas de Jäger que bebíamos hasta las tantas en el sofá de tu casa. Pero tú decidiste escapar de las letras, que al fin y al cabo, nunca habían sido lo tuyo y fuiste a correr-te con las Lobas a las que ponías mi cara sólo en las noches de luna llena. Y qué bien te sentaba volver a tirarte a esta hija de puta, eh. La misma que te decía lo bien que te quedaba la barba y lo guapo que estabas aquella noche mientras, sin que el mundo se diera cuenta, te desabrochaba los botones de tu camisa -que también fue muy mía-.

A tu chica que nadie la joda, pero tú el primero, cabrón, que todo lo que encendimos lo apagaste con la vela de tu último cumpleaños, y ya ves, me perdí entre tanto tren y entre tanto no-saber. Y los planes de huir lejos en tu coche, fueron ellos los que huyeron primero, quizá del miedo, o quizá porque no entendieron que yo fuera tu chica, la mas jodida, la que no sólo se acuerda de ti los días de lluvia, pero a la que los relámpagos le suenan a tu risa, y no veas qué clima de mierda tengo en mi cabeza... que hasta el contrato de no querernos se ha mojado.

sábado, 8 de junio de 2013

Taquicardias en un corazón muerto.

No sé a qué vienen estas taquicardias en este corazón muerto. No sé si es por ti o por la cafeína en vena que me lleva a un futuro menos mierda. O todo a la vez, no sé. Quizá un futuro menos mierda contigo. Mira, que aunque diga que sólo estoy enamorada de la voz de Kurt de madrugada y de las medias bonitas, creo que sentí algo parecido con tus besos. Y yo qué sé, si no sé ni a qué sabe este puto junio que ni lo parece si a ti ya no te tiemblan las rodillas.

Tres cafés y ya me creo que has vuelto, que has cruzado la frontera, que ya no me hacen falta más putos cafés y que todo ahora es menos mierda.

Pero ya ves, no has vuelto. Así que otro café en vena.

sábado, 18 de mayo de 2013

Círculos.

Se fue como todo lo que se desvanece. Su voz se fue como la niebla. Las sonrisas se apagaron y el vello dejó de ponerse de punta cuando aparecían sus minúsculas. 
Y ésto es lo que trato de no aceptar. Y no aceptar la evidencia está jodiéndome la vida, pero y qué, si ya es una necesidad vital romperme las costuras y los labios que me sangran y lo poco que queda de esto que me niego a convertir en ruinas.

Mira, no estoy borracha, pero te pienso. Y creo que siento.

Que siguen existiendo madrugadas en vela, pero sin velas. Noches tristes en las que sigo dejando huellas de ti. Huellas que son letras sentidas en noches de insomnio. Horas de sueño acumuladas convertidas en ojeras. Y así es como las cuatro de la mañana se hacen eternas, y la luz de la farola que se ve por la ventana de mi habitación se apaga. Como todo, se desvanece. Humo de un cigarro que no existe. Morir a puertas cerradas en la habitación, seguir viviendo mentiras, sacar la tristeza de debajo del colchón dónde lo hacíamos lento y la esperanza de que algún día sientas. Vuelvas, lamas mis heridas y cures mis labios rotos. Y así el círculo vicioso aparecerá de nuevo. Y que sea eterno. Porque me niego a cerrar el círculo que más he sentido en mi vida.

Deja al tren volver. Y que seamos ruina. Pero nuestra ruina.



sábado, 11 de mayo de 2013

¿Qué clase de destrucción es ésta?

El corazón no te late porque le diste una muerte digna en la curva de mi cintura, tío. El mío, en cambio, revive cada vez que percibe que sonríes y no sabe que hacer si el tuyo está ya muy muerto. Pero, escucha. Dicen que los muertos solo mueren cuando uno los olvida. Y mírame, escribiéndote tanto y olvidando tan poco. Vuelve y deja tu corazón latir. ¿Qué hago yo ahora con las sonrisas perdidas si nunca he sabido utilizar una puta brújula? Que no llego a mi espalda para formar constelaciones con estos lunares que antes eran tan tuyos, que para mi eras la pócima de la eterna juventud, y poco importaba que la gente dijera que nunca tendrías ningún valor. Volábamos alto, joder.
Esta casa es tuya”, y billetes de tren comprados, pero trenes perdidos, sonrisas borradas del mapa, “¿Qué clase de destrucción es ésta?”, confianzas perdidas y... yo nunca vi tu ciudad. 
Pero aun así, avísame si estás cerca.
"Bones in the ground, left in the dead of night"

domingo, 5 de mayo de 2013

Ojos inundados.

Noches desastre de ojos inundados
por ti,
que golpeas bien esto que quiere latir.
-O morir
si es por ti-
Mira,
sobrevive a medias.
Taquicardias
de ti.
Sonrisas leves
de ti.

Ya no sé a que huele el cuello de tus camisas.
Ni a qué sabe.
Pero y qué.
Perdona los efectos del ron,
pidiéndote a gritos minúsculas.
Ven aquí,
llévate este desastre.
Llévatelo
o llévanos.
Lejos,
a la azotea.
Y acarícianos.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Camisetas grises.


"Lo mejor de perder trenes en la vida es que a veces tienes suerte y te toca compartir asiento de estación con los ojos más bonitos de todo Madrid, con los párpados cansados y las ganas de dormir más bonitas que he visto nunca en hora punta, y con los labios rojos que más ganas me han entrado de morder en la vida. Y me empiezan a temblar las rodillas, y no es de nervios, si no de ganas de acercarme un poco más y decirle que su sonrisa es un súper poder, que si quiere ser mi heroína y salvar todas estas heridas antes de que se desangren. Pero justo cuando iba a dar el paso de acercarme y preguntarle qué hora tenía (y morderme el labio mientras mirabas el reloj y no me veías), se ha levantado a recibir a una amiga que bajaba del tren al que iba a subir yo, y os fuisteis, y me quedé allí asomado en la puerta del tren viendo como caminabas y sumando mentalmente la cantidad de cuellos que habrías partido, y que te quedaban por partir, por la Gran Vía con tu forma de mover el culo. Tomo asiento al lado de la ventana porque quizá me da tiempo a volver a verte por el andén antes de que te marches. Y pienso que quizá este día sea el que te he podido tener más cerca que nunca. Y hasta el tren tiene la sensación de descarrilar estando quieto cuando lo miras.

Aunque seguramente ni te hayas fijado en mí, la verdad es que te has quedado bien grabada en la zona de cosas mágicas que recordar sin esfuerzo, y me encantaría que esta noche vinieses a mi cama, que me contases secretos y me gimieses bajito al oído antes de dormir. Pero probablemente le gimas a otro en el oído, aunque estoy seguro de que nadie sabría hacerte eses con la lengua en tu ombligo como sería capaz de hacerlo yo. Para mí vas a ser siempre la chica de la estación de tren, la única. Y de repente me han entrado ganas de coger un día e invitarte a tomar café a una cafetería de estas que tienen las mesas al lado de ventanales enormes, que te dejan ver como arde el cielo cuando el sol cumple su jornada laboral. Sentarnos frente a frente, en una mesa redonda para dos, mirarnos pensando que somos eternos y mirar el cielo pensando en lo bonito que sería vivir en un vuelo permanente visitando cada ciudad desde el aire. Y cuando nos trajesen el café te observaría firmemente,  me quedaría embobado al ver la facilidad con la que me inspiran tus sorbos y tus ojos mirándome de reojo. Cogería una servilleta y te escribiría: ¿Quieres ir a follar después de terminar el café?, que me entrarían ganas de salir de allí corriendo, o encerrarnos en el baño, que me calentarías demasiado viéndote como bebes café con tanta delicadeza y a conjunto con tu jersey gris y esas puntas pelirrojas que caerían en caída libre por tus hombros. 
Quiero que seas la monstrua de debajo de mi cama y que el próximo tren lo cojamos juntos a la misma hora después de haber compartido sábanas y haber salido corriendo por todo Madrid porque no llegábamos a tiempo."

Por Brian Aguilar (@_brianaguilar), poeta loco de una grupi loca.




De repente te vi. Me viste y nos vimos. Me di cuenta de que también miraste mis labios Chanel, y mi corazón, aunque no tan caro y mucho más rojo padecía palpitaciones descontroladas. Nuestras pupilas se clavaron, casi superponiéndose  y en ese milisegundo pude sentir cómo te ruborizabas. Era la química. Mi dosis matutina de dopamina. Y justo en el momento en que iba a acercarme y preguntarte si tenías fuego, tuve que marcharme. Me mirabas el culo y tuve que aguantarme las ganas de volver, encerrarte en cualquier baño y arrancarte esa camiseta gris.

Al chico de la camiseta gris.

He intentado rebuscar en mi interior y encontrar algo que me diga qué nos pasó, pero cuando te fuiste desordenaste todo mi mundo y no dejaste nada en su sitio. Recuerdo aquella noche, la luna brillaba tanto que quería hacerle competencia a tus ojos, pero ni de coña lo conseguía. Rozábamos el mar con nuestros pies y nos sentíamos liberados, y cuando nos tumbábamos en la arena, como si de mi rutina favorita se tratase me dormía escuchando tu corazón. Mira, ahí aún tenías.
Pasábamos tardes eternas mirando por la ventana, leyendo poesía y pensando en lo desastrosas que eran nuestras vidas, follando después del café. Mañanas de resaca con el rímel corrido escribiendo versos en tu espalda, versos convertidos en besos. Recuerdo también cómo las duchas nos hacían sudar y cómo te encantaba colarte en el probador cuando nadie miraba para hacerme gritar.

Supongo que un día el verano acabó, y con él tu corazón. Nunca lo sabremos, esto tan solo es una suposición. Los viajes que no hicimos, pero que podíamos haber hecho. Las crisis que no tuvimos, pero que podíamos haber tenido. Las caricias que no nos dimos pero que nos podíamos haber dado. Tan solo es lo que hubiera pasado si nos hubiéramos conocido.


Tu chica de los labios rojos.

Marie Roche.

martes, 30 de abril de 2013

Recuerdos de un pasado ardiendo.


fuimos el desliz de verano que nos condenó a miles de deslices. tu presencia hacía los bancos de Murcia más cómodos. qué bonita estaba cuando tú la mirabas. aún más. y qué suerte tiene la muy puta de que haya sido con esos ojos. 
entre sábanas blancas; tus plegarias y mi condena.
y los terremotos pasaban a un segundo plano cuando lo que temblaba era mi cama. quedando exhaustos. convictos.

te recuerdo en calzones por mi casa, cerveza en mano, barba de tres días y sobredosis de mi, y te escribo en minúsculas, que es como drogarme sin drogas y volar sin alas.

y ahora hielo y recuerdos de un pasado ardiendo. (sólo quiero que tus minúsculas aparezcan de repente y que el corazón me de un vuelco).

sábado, 27 de abril de 2013

Quitarle las pilas al reloj no hace un abril eterno.

Veréis, supongo que ya lo habréis notado, pero abril se está acabando. Para mi abril es un mes de plástico donde las mil caricias prometidas nunca tienen sujeto en quién recaer, un mes lleno de estornudos, lleno de alergia y de tormenta. Hace un abril que quería comprarme una casa en primera fila de su vida, ¿sabéis?. Confiaba en pagarla a plazos, pero no sé, supongo que abril se acabó, y con abril él también se fue. Y ni siquiera sirvió quitarle las pilas al reloj.

Me quedé sola fumando versos en el balcón del hotel hasta el siguiente abril, con la necesidad de tinta en mi piel, con la esperanza de que volviera su tren, el humo de su cigarro y los hoyuelos de su cara cuando sonreía.

martes, 16 de abril de 2013

Ombligos.


Ombligos desnudos
que tropiezan
y caen
que gritan,
tan mudos.
"¿Bajas o subes?"

Kilómetro cero.
Punto de equilibrio.

domingo, 14 de abril de 2013

Tatuajes.

Dile a tus demonios que se vayan de mi cabeza, que ya no tiene sentido que estén aquí si tu no puedes estarlo, si no puedo rozar tu piel tatuada y sentirla mía. Siempre que pensabas en el diseño de uno nuevo yo te decía esa frase de aquel libro que tanto te gustaba: "¿Qué más tatuaje que la vida misma?", como si sintiera envidia de la tinta que invadía tu piel. Quién le iba a decir a mi piel entonces que se iba a hacer adicta a ella, casi más que a tus besos. Cuando lo descubriste sonreíste y dijiste "nadie se fijará en él si sonríes". Y yo sonreía, y entonces él se apagaba como las luces de la ciudad cuando amanece.
También tú te apagaste, y con el paso del tiempo tus demonios huyeron de mi mente consumida buscando otras de qué alimentarse. Entonces yo ya no sonreía, y ahí estaba él, invadiendo mi piel otra vez.                      
                       
                                         Recordándote.
"Lo más profundo que hay en el hombre es la piel"
-Paul Valéry.

jueves, 11 de abril de 2013

Elixir.

Estaba tan ciega. Estaba tan ciega que pensé en llamarte y rogarte bailar desnuda para ti. Luego recordé que a ti el corazón ya no te latía, o al menos, no lo hacía para mi, para que bailase desnuda a su compás. Da igual, porque el hijo de puta del aleatorio de mi mente suena a tu música todo el puto rato, que es la única con la que revive tu corazón, tu elixir.
Por eso, querido, a mi me da igual si te late o no, que lo importante es que siente, que a mi también se me agotan los latidos pero no las ganas de preguntarte dónde estás, que eso no quiere decir otra cosa mas que te estoy pidiendo que vengas, a hacer que me muera de ganas, a desgastarnos la adrenalina, a destapar el líquido de la eterna juventud y puede que incluso a revivirnos los latidos.
Aquella noche es un gran océano mental. Estaba tan ciega. Estaba tan ciega que cuando llegué a casa no podía dormirme si no era pensando en tus labios. También pensé en llamarte y decirte "putos labios, joder". Luego recordé que ya no eran míos. Que ya no eran mis putos labios y que probablemente fueran de cualquier otra. Pero a mi me daba igual porque yo sólo quería besarlos. Eso era como volar. Y tu saliva otro puto elixir.

Me di cuenta de que la música era tu única musa, y joder, qué puta envidia, que es ella por la que te muerdes el labio.

lunes, 1 de abril de 2013

El Olvido sabe.


Contigo aprendí que el olvido tiene sabor.
El Olvido es sentirte gris. Inerte.
Beber té negro, casi más que el alma.
Olvido es lo que queda cuando el té se acaba,
lo que queda cuando escucho una canción siete veces seguidas,
lo que soy cuando pierdo el autobús,
el charco de la calle en el que caigo,
mi cara de idiota cuando deja de serlo,
las carreteras vacías y las conversaciones mudas.
Olvido es cuando ya no llenas de caricias de tinta mi piel color folio,
cuando ya no me buscas como buscando un abril sin fin,
o cuando ya no me acaricias el miocardio,
olvidarte es el puto mes de septiembre,
olvidarte es ya no encontrarte por pura serendipia.

A mi el Olvido me sabe a té.
A no olvidarte, a no tenerte.

Cuéntame a qué sabe tu olvido.

serendipia: f. descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta.

jueves, 28 de marzo de 2013

I n s p i r a .


Tu espalda,
el equilibrio perfecto
de aquel día que iba pedo.
Inspírame,
decías.
y me rompiste la camisa, cabrón
el amor es eso, ¿no?
sale caro.
Pero el corazón lo vendí a plazos
así que cómeme el cuello
o dime que me vaya
lejos
Y así fue como follamos
en aquel coche rallado
y más que follado.

Inspira, inspira.
Desnúdate y desnúdame.
Hasta el alma
si hace falta.
Y van tus manos
y se atreven
a hacerme feliz
(las muy putas).

Aunque por putos, 
putos los meses sin vernos.
De buscarte en los bares
como quien busca el paraíso.
Ven si eso
pero que paso, eh.
Da igual, tú búscame.
Qué esperanza tan roja
tan pura
como eso que late.
Y apareces.
Y es como si hubieras sido hermético
hasta entonces
hasta ahora
en que puedo gozarte de nuevo.

Déjate amar.
Que no tengo corazón ya.
Pero puedo reconstruirlo por ti.
Te lo lío
y te lo fumas.
Fúmame.
Lo consumes.
Lo conviertes en ceniza
tan bonita
y tan tuya.

Déjame sentirla.
Tu alma, digo.
que tu eres eso
los veintiún gramos más bonitos
que he sentido nunca.

Borra mi mente.
Roba mi cuerpo.
e inspírame.

martes, 26 de marzo de 2013

Se avecina tormenta.

La lluvia me hace pensar en lo efímero de las sensaciones y las miradas, y veo como se van mojando mis zapatillas desgastadas, como se moja el contrato que decía algo así de no querernos, como se mojan mis mejillas y se ponen rojitos mis ojos, no rojitas las orejas que ya no me besas. Escuchando Always Gold en acústico, el vello de punta. Me mojo y solo encuentro incertidumbres. No te diré que eches de menos mi culo, pero tío, yo el tuyo sí. Joder, que pensaba que los abrazos a escondidas durarían mas tiempo, que yo no sé poner puntos y finales aunque seguramente sea lo único que te merezcas. Me da igual romper contratos porque, ¿sabes? Las luces de la Gran Vía todavía son una mierda si las comparo con tus ojos. Y va el cabrón y sonríe. Como si tampoco hubiera comparado su sonrisa con las estrellas que parpadean, brillantes.

El problema es que las luces de la Gran Vía cada vez funcionan peor y hay demasiadas nubes como para ver las estrellas.
Y va, mejor me callo, que se avecina tormenta. 

viernes, 22 de marzo de 2013

Ceniza.

Ya me lo había advertido. Me había hablado de los ojos carnívoros. Son engañosos, bonitos a primera vista, y a segunda, y a tercera, e incluso parecen sinceros cuando tu pupila se clava en la suya. Los ojos carnívoros también besan, y como carnívoros que son, les gusta morder labios sin cuidado alguno, pero sólo producen un dolor efímero que poco importa cuando también te hacen daño al corazón, porque esas pupilas saben clavarse bien dentro e incluso pueden romperlo en pedacitos microscópicos e incapaces de volver a su estado natural. Me lo había advertido, pero Él confiaba en mi fuerza, o eso decía. ¿alguna vez he sido fuerte?, me pregunté cuando ya estaba bajo su mirada, y no me explico cómo, esos ojos pudieron oírme y me susurraron muy bajito que guardara el secreto. Él, más allá de habérmelo advertido, me lo había prohibido. Él no los llamaba ojos carnívoros, decía algo así como los capullos que le hacen daño a mi chica. Papá que tanto sabe, y que tan poco caso le hago. Aquí estoy con el corazón hecho trocitos. Consumido como un cigarrillo.


Y qué ceniza más bonita.

domingo, 10 de marzo de 2013

(duele)

Ni siquiera me pregunto cómo te fuiste porque sé con certeza que lo hiciste por la ventana, porque amabas el riesgo y porque clavarte cristales para ti no era dolor. Que ese ya lo habías sentido bien dentro. Pero yo sí lo sentía cuando aparecías despacio. Porque ya no había bañeras donde llorarte, ni antologías de poetas perturbados que leer, ni cigarrillos que fumar las noches en vela, ni tejados donde vagar, ni tampoco gatos que me hicieran compañía.
Te grabé a hielo 
en mi retina,
pero tú querías ser fuego
y al acercarte
se fundían mis pupilas.
La Nada se hizo,
y su vacío inmenso
provocó claustrofobia;
será que sólo quedaba sitio
para tu
                                                       recuerdo.


Ni si quiera había frío con el que sentirte, de ese que se cala en los huesos como tú, porque había llegado la primavera, y yo a esa le tengo alergia.

Abril ya se paseaba por los parques,
ruborizando a las flores,
mientras yo me refugiaba
en las barras de los bares,
donde nos ganábamos a tragos
pasar la noche en el infierno
(Un hotel de cinco estrellas,
pues peores antros habíamos pisado).
Pero a fuerza de escondernos
nos convertimos en otoño,
y tus manos terminaron por mezclarse
con los montones de hojas secas.
Céfiro hizo el resto.

Aquí estamos, guardando bajo llave el humo de nuestro último incendio que no se desvanece (¿cómo se puede arder siendo agua?) y ganando la carrera con el caballo más flaco. Y así somos, inmensos de una lógica que existe solo en las  a l m a s  r o t a s .

Jugábamos a buscarnos en el caos
con poca luz
y menos ropa,
siendo sin existir.
Mas al subir las persianas,
la realidad deslumbraba;
yo te quería a mi lado, y tú
sólo me querías cerca
de ti.

(duele) Y me dices que esta vez te quedas, que no me equivoque, que esta estación es nuestra. Ay, cielo, que yo no entiendo de trenes y mucho menos del tiempo. Y nada entiendo de ti. 

Si tuviera elección 
entre Cronos y tú,
me quedaría con el titán;
él me mata más lentamente
que el roce de tus mejillas
cuando vuelves sin avisar, 
segundo a segundo
y sin mirar atrás.

Pero a ti no te importa y sigues enfrente de mi, y es como si las bañeras volvieran a llenarse. De agua salada. De lágrimas.


Esta entrada es especial.
 Está hecha con la colaboración de mi querido Henri 
(al sentir de los versos) 
capaz de llenar el mismísimo vacío con palabras.

sábado, 2 de marzo de 2013

La cerveza, rubia.

Prefiero pensar que esos adjetivos tan bonitos (y tan odiosos a la vez) son tan sólo para describir alguna marca de cerveza, no a ninguna pava con la que ayer pasaste la noche solo porque tenías frío. Mira que igual la cerveza te daría menos dolores de cabeza, por eso de lo a gustito que se duerme pensando en mi pelo, o porque habrías recordado lo fría y caliente que soy a la vez. Igual esta rubia te sale más rentable porque, fíjate, que estoy casi segura de que si te pillas de esa morenita te gastarías un pastón en cerveza negra y seguirías recordándome como si bebieras rubia.
Así que cielo, la cerveza, si rubia, dos veces buena.

lunes, 25 de febrero de 2013

Orgasmo de ángeles.

Cansada de comenzar por el final, o de empezar la casa por el tejado como diría Fito, empezaré esta vez por el principio. Todos hemos sufrido este momento, el de echar la vista atrás. Éste es el mío. Empecé con este blog en el dos mil nueve, aunque ya escribía mucho antes. Eso sí, sin saber ni lo que era una estrofa, puede que incluso sin saber usar correctamente una coma. Y puede que quizás aún no haya aprendido.
Siempre me han dicho que escribo bien, no sé si es cierto, realmente no es algo a lo que le de mayor importancia. Escribo porque me siento bien, porque me sienta bien. No pretendo complacer a nadie, sino a mi misma, porque este blog es quizás lo único de lo que me siento plenamente orgullosa. La razón de por qué os cuento esto es que hace unos días me dijeron que quizás pudiera dar más de mi, que todo el rollo sensiblero que despertaba estaba genial, pero que igual debería aventurarme a hacer cambios a algo que satisfaga un poco más mi ánimo lingüístico. ¿Y qué sabrán ellos de lo que me satisface lingüísticamente hablando?.
Cualquiera que me conozca un poco sabe que no me dejo guiar por consejos ajenos por lo que mi respuesta fue algo así como que yo siempre he sido más emocional que racional. Y no sé. Si me ha ido bien para qué cambiar. No pretendo hacerlo, los cambios han surgido solos desde ese dos mil nueve, porque he aprendido, y porque he vivido, y porque he sentido.
Hablar de sentimientos siempre ha sido lo mío. Prefiero sentir. Prefiero vivir.
Porque escribir me da la vida,
porque me gusta sentirme la hija de las letras,
letras que todas ellas forman un orgasmo de ángeles,
al que si quieres, para ser más racional,
puedes llamar
poesía.

sábado, 23 de febrero de 2013

¿Fumas?

No sé que hacer con tus ausencias. Supongo que no puedo, ni debo, y en realidad, ni quiero pedirte nada. Pero aquel día en aquella estación yo no quería que te fueras. Y si te dejé hacerlo fue porque prometimos volver a vernos. No nos vimos. Al menos, no a solas. No en aquella estación. Y mira que han pasado personas por allí desde aquel cálido agosto.
Algunas noches existes demasiado fuerte en mi, no sé que tienes, pero me vuelves loca. No fumo, pero a veces me apetece un piti desde aquel día. Que sabe a suspiros, a besos robados, a estaciones de tren, a ilusiones rotas y un poco a ron, nunca la nicotina había dado para tanto. Pero que yo no fumo, eh. Es sólo que por ti, por ti me fumo hasta los versos.

jueves, 21 de febrero de 2013

Carta a mi ric-ric.

Querida mente, conciencia, cerebro, voz interior, Pepito Grillo, quién-quiera-que-seas escribo estas líneas para decirte que eres lo más tramposo que he conocido nunca.
A pesar de ello, sabes como jugar tus cartas, porque aquí me tienes, dieciocho años conviviendo contigo. Qué más da que no quiera saltar, si cuando me vengo a dar cuenta ya estoy en el suelo por tu culpa. Qué más da que no quiera pensar en él si luego a todas las canciones les pones su nombre. Qué más da si no quiero entrar en su cama, si cuando me voy a dar cuenta ya estoy en ropa interior.
Qué más da todo, si al final siempre haces lo que te da la real gana.
Irremediablemente, y sobretodo a base de fuerza, he conseguido llevarme bien contigo, aunque tu mejor que nadie sabes lo que pienso de las amistades forzadas. Son como un dibujo hecho con carboncillo, a cualquier mínimo roce se difuminan.
Pero basta de reproches, quien-quiera-que-seas, que a veces muy pocas también tienes cosas buenas, al fin y al cabo, eres todo lo que tengo. Quien me quiere y me odia al mismo tiempo. Mi Mal y mi Bien. Mi ric-ric. Quien mejor me conoce. Gracias por dejarme parecer una niña tonta pero ponerme en mi sitio cuando me desvío, por no dejarme apartarme ni un centímetro de mi camino, porque cuando quieres, sabes muy bien lo que me conviene, gracias por no dejar que mi cabeza sea una botella sin mensaje, y aunque ilegible, lo tenga.
Gracias, Marie.

viernes, 8 de febrero de 2013

Mi nombre acariciando tus amígdalas.

Me regalas inspiración con tus miradas. Me das la vida con cada "nena" que sale de tu boca. Y creo morir con cada roce de tu cuerpo o con cada llamada borracho. Me muero de ganas de encontrarte deambulando cerca de casa, que me llames y me digas con voz rota y entrecortada: "Nena, no aguanto este frío, hazme hueco en tu cama" a lo que yo conteste que mejor antes un chupito de Jack Daniel's. Un mal trago. El mal trago. El inconfundible tío Jack no es esta noche tu mejor plan pero Marie siempre está dispuesta a ser el mejor trago. Juega conmigo en el lavabo con tu música de fondo. Llámame nena, pero nunca me bailes el agua. Camisa rota,"me sales caro, chaval". Qué mas da. Carmín rojo en tu cuello y hasta en tu ombligo. Susurra mi nombre, que hace ya tiempo que no acaricia tus amígdalas.

lunes, 28 de enero de 2013

¿Sientes poesía?

Nunca he entendido de letras, pero puedo sentir la poesía cuando te beso. Esto es super serio, cuando hablo de ti hay música en mi cabeza. Y versos, que se convierten en besos cuando estás cerca. Y vuelven a ser versos que te dedico cuando te alejas. Y no sé que está pasándome Marie, porque yo nunca he entendido de letras. Y ya no sé nada de mi. Sé, por el contrario, que eres la musa a quien dedico mis versos sobre romper medias y acabar exhaustos tras follamarnos cada centímetro de nuestros cuerpos. Y quiero que sigas siendo la musa porque es lo que me dice la música que resuena en mi cabeza.
Y eso es lo que leí en su cuaderno de matemáticas avanzadas.